Hace unos años, en una clase de risoterapia, me enseñaron la importancia de la aceptación de las adversidades tal como llegan a tu vida para poder ponerles solución.
Nos ponían
como ejemplo el ir conduciendo y pinchar una rueda.
Unos pasan
por las lamentaciones “¿porqué todo me
pasa a mí?”, “si es que soy un/a desgraciad@...”.
Otros por
las quejas “ya estoy hart@ que me pase
todo a mí”.
Normalmente,
este tipo de reacciones lleva a preocupaciones inútiles como pueden ser hipótesis
sobre las consecuencias que eso acarreará “ahora
voy a llegar tarde al trabajo”, “mi jefe se va a molestar”; o por cosas del
pasado “si es que tendría que haber ido
en bus”, “si hubiera tomado la otra calle esto no hubiera pasado”.
De la
forma que actúes, lo que está claro, es que acabarás optando por ponerle
solución, o bien cambiando la rueda o buscando quién lo haga.
Gracias a
esta historieta he aprendido que las adversidades, cuanto antes se acepten, antes
podremos ponerle solución, que las lamentaciones o quejas ante lo que nos pasa,
aunque a veces sean inevitables, lo único que nos hacen perder es el tiempo. ¡Y
tu tiempo es muy valioso! No hay nada más absurdo que lamentarse por el pasado
o preocuparse por lo que vaya a pasar dejando pasar el AHORA.
Tenemos
que ser más conscientes del AHORA, y ser capaces de asumir que las adversidades
forman parte de éste, y una vez que ocurren lo único importante es ponerles
solución y seguir adelante. Estoy convencida que las adversidades son piezas
del puzzle de tu vida, siempre hay aprendizaje en ellas y todo pasa por alguna
razón.
Ante la
adversidad pon solución y… ¡SONRÍE MARIPOSA!